Un final

La terapia psicológica es un proceso. No todas las personas lo viven de la misma manera, ni todas las intervenciones son iguales. Durante este proceso, hay avances rápidos, otros más lentos, algunos retrocesos y unas pocas llanuras. Pero el final siempre suele ir precedido de avances y consecución de lo que la persona o personas han decidido que querían alcanzar viniendo a consulta.

Año tras año, numerosas investigaciones indican que la relación terapéutica que se establece  entre un/a terapeuta y el/la peque y su familia es clave para conseguir los objetivos propuestos. Y es aquí donde cobra especial importancia aquello que se dice sobre que no se puede ser un/a buen profesional, sino eres una buena persona (y por eso yo he procurado rodearme de unas cuantas para formar equipo).

Pero, volviendo a lo que estaba comentado, como todo proceso, la terapia tiene un inicio y tiene un fin. Y como todo final, hay que darle su espacio y su lugar. En función de lo alcanzado y de la persona, a veces, hacemos pequeñas fiestas, otras entregamos diplomas y en todas nos damos un enorme abrazo (ahora, a pesar del Covid, sí que se puede) y nos despedimos con una sonrisa en la boca y un “vuelve cuando nos necesites”.

Hoy celebramos el final de un proceso. Y hoy queríamos compartir lo que ha escrito esta peque cuando, por desgracia, el naufragio del Pitanxo sacudió a esta villa.